Tenía unas ganas tremendas de hacerme un horno de gas. Había hecho un curso en La Bisbal sobre engobes salados en el que se utilizan sulfatos y otros productos químicos (“sales”), y tenía muchas ganas de poner en práctica los conocimientos adquiridos, pero no me atrevía a cocer las piezas en los hornos eléctricos de mi amiga y ceramista Alicia del Olmo (yo de momento no dispongo de horno propio), por si se estropeaban las resistencias. Esta fue la excusa perfecta para ponerme manos a la obra, y construir un horno “de batalla”, que me permitiera hacer cocciones de todo tipo, sin miedo a estropearlo.
Opté por un mixto, es decir, fibra y ladrillos. ¿Por qué fibra si es muy tóxica?
Bueno, antes de decidirme, busqué mucha información sobre la fibra, y casi se me quitan las ganas de utilizarla, pero necesitaba un material que se pudiera cambiar con cierta facilidad, y esta fue la mejor opción que encontré. Además, el horno no iba a ser utilizado de manera continuada, sino esporádica, y tod…
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